lunes, 1 de diciembre de 2014

Revista Animal Sospechoso / Presentación




HABLAR DE LA REVISTA de poesía animal sospechoso, está ligado por completo al momento en que, por azar, di con el título de esta publicación, pues, aunque teníamos ya esbozada la idea y las posibles secciones antes de encontrarlo, fue su nombre, la adopción de su nombre, lo que llenó de contenido las lagunas que aún existían en el primer esbozo de revista. Dice Mircea Eliade, en alguno de sus escritos, que «para habitar el mundo hay que fundarlo», y es, precisamente en este sentido, en el que me atrevo a hacer una afirmación tan rotunda: nombrar algo es dar comienzo a su existencia.
         
Abstracciones aparte, quiero contar que la idea me llegó casi inesperadamente al leer un ensayo del poeta co­lombiano Nicanor Vélez Ortiz sobre José Ángel Valente en la revista La Rosa Cúbica: «cuando afirmamos que la poesía es un medio de conocimiento es, en parte, porque, como dice Valente, “toda poesía es, ante todo, un gran caer en la cuenta”. Una de las grandes revoluciones de la poesía que se concibe así es su conciencia de explorar un territorio desconocido e invisible, por el simple hecho de no estar controlado, orientado y premeditado de an­temano. Por esto el poema, visto así, es un “animal sospechoso” para toda ideología; simple y llanamente, porque la ideología sabe que ella puede ser la primera víctima de ese “primer animal visible de lo invisible” (como diría Lezama), y esto asusta».
         
Más allá de los contenidos o de las secciones y de lo que éstas quieren dar a entender, la revista ha sido también un laboratorio tipográfico en el que cada sección ha terminado por consolidar, a grandes líneas, la personalidad gráfica de la revista, pues también por los ojos la poesía entra a formar parte del lector. Y, en este contacto, la ti­pografía es el camino más seguro para llegar, no solamente a un hedonismo visual, por así decir, sino también para entender el poema. Sus partes, su estructura… el por qué del centrado a partir del verso más largo, los espacios del verso y las subdivisiones de un poema, la unidad de los fragmentos en una estructura mayor… Presentaciones formales que no tendrían otro sentido, pues, como ya en alguna parte dijo Juan Ramón Jiménez, el verso es una convención visual, pues el ritmo y las pausas del verso son fenómenos sonoros que hacen del verso un verso y del poema un poema.

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Cuando comenzamos en 2002 con animal sospechoso imaginábamos la revista como una reunión de café en la que el centro era la poesía, vista desde diferentes anteojeras. Inicialmente sus secciones eran cuatro: «Un buque cargado de…», «Dossier», «Último remolque», y «Lector de poesía», cuyos nombres más o menos marítimos ha­cían alusión a ambas orillas de la lengua española.
        
La primera de las secciones enunciadas publica breves selecciones de la obra de cuatro poetas de la actualidad iberoamericana, dando a actualidad una connotación más espacial que temporal. Su nombre, «Un buque cargado de…», alude al juego infantil mnemotécnico que aún se hace en algunas localidades del globo iberoamericano, en el que los participantes tienen que ir recordando y repitiendo los productos exóticos que podía traer el barco imaginario, cuya lista crecía hasta el límite de lo que pudiera recordar el último concursante sin equivocarse. «De la Habana viene un buque cargado de…».

«Dossier», el segundo apartado, contiene el tema monográfico de la entrega, como su nombre lo indica, ya sea acerca de los escritos de un poeta o un grupo de poetas del mundo contemporáneo de la lengua, en el que se presentan textos críticos en torno al tema monográfico, así como textos de creación del autor o de los autores seleccionados.

La sección titulada con el nombre de «Último remolque», por su parte, está dedicada, exclusivamente, al ensayo       –crítico o de creación– acerca de un tema específico de la creatividad y el quehacer poéticos en general.

Por su parte,  «Lector de poesía» –guiño a un hermoso y lúcido libro de ensayos sobre poesía y poetas del co­lombiano Fernando Charry Lara– está dedicada por entero a la reseña de libros del ámbito de la poesía, ya sean estos poemarios, obras de crítica, biografía o ensayo sobre poesía que, a lo largo del año merecen ser destacados y recordados con una atención particular.

Con todo, fue a partir del tercer número de la revista que incorporamos a las secciones descritas más arriba, una quinta titulada «Otras aguas», en clara alusión a la traducción de poesía. Por lo general es una sección que publica traducciones de poetas desconocidos, o poco conocidos, en español, así como traducciones que puedan dialogar con otras traducciones conocidas, a partir de la convicción de que la poesía no bebe de una sola lengua y de que la endogamia y la falta de inseminación lingüística procedente de otras tradiciones la empobrece progresivamente*.

juan pablo roa

* publicado en caravansari, n.o 4, santa coloma de gramenet, 2009. 

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